Me pareció interesante postear aquí este artículo del suplemento Generación del periódico El Colombiano:
Los arquitectos de la Medellín moderna
Medellín cambia de piel en forma acelerada. El último quinquenio ha sido de agite en la construcción de obras públicas y privadas. La cosecha no discrimina sectores sociales. En estratos altos y bajos se ven los íconos de una ciudad ansiosa de proyectar una imagen de modernidad, de progreso y que le apuesta a la educación como fórmula de largo plazo para combatir la desigualdad.
La monumentalidad, la innovación y la belleza forman parte de estas obras que alegran el paisaje urbano y que generan una cascada de beneficios económicos a través de sus millonarios presupuestos. El Bancolombia es líder indiscutible dentro de la iniciativa privada.
Con 300.000 millones de pesos levanta una sede empresarial sin par en América Latina, que será ocupada por más de 4.000 personas. El atributo del más grande en su género también lo tiene el centro comercial Santafé, con 205.000 metros cuadrados. Con Hollywood, el comercio del Hueco cierra el capítulo de los laberínticos sanandresitos de la década del 70.
La Strada brilla como una calle europea en la Milla de Oro. San Fernando Plaza mezcla, en gran escala, vivienda con usos comerciales e institucionales. Y Veracruz parece querer tocar las nubes con sus 120 metros de altura.
Las obras públicas muestran una estética, calidad y ambición esquivas en el pasado. Para la muestra, el Parque Explora, la Biblioteca España, el Orquideorama del Jardín Botánico y la Plaza de la Libertad.
Reunimos a diez hombres que representan al colectivo de arquitectos que le dan a Medellín esa nueva cara.
Gabriel Arango Villegas
Es una explosión de amabilidad, creatividad y modestia. "Todas estas obras son creaciones colectivas", dice el arquitecto de la UPB, nacido el 9 de febrero de 1959. Por eso habla con insistencia de sus compañeros de fórmula en el edificio más grande que actualmente se desarrolla en la ciudad: La sede del Bancolombia.
Su coequipero es Juan José Escobar, quien lidera el grupo de trabajo de Convel. Arango hace lo propio en AIA, organización en la que ha hecho toda su carrera. También es coautor en una obra tan bella como atrevida, por la mezcla de usos, como es San Fernando Plaza, en la que estuvo acompañado de Jorge Álvaro Espinoza. En la Medellín de hoy ve de todo.
Arquitectura alimentada por la especulación inmobiliaria. Muchas viviendas de pobre diseño. Pero también edificios públicos y privados de gran factura. Lo mejor, es el empuje y optimismo que capta en la gente.
Alejandro Echeverri Restrepo
"Cacho". Ese es su nombre "artístico" desde la primaria. Aún no sabe por qué lo bautizaron así sus amigos. Gracias a su trabajo en el gobierno de Sergio Fajardo en la EDU y en la dirección de los proyectos estratégicos, recuperó el Alejandro. Nació el 20 de mayo de 1962, estudió arquitectura en la UPB y completó su formación en Inglaterra y Barcelona.
El diseño de casas y edificios lo ha combinado con la academia. Fue Premio Nacional de Arquitectura en 1996 y ha sido reconocido internacionalmente por su Casa Posada. Construir obras que recuperan la dignidad de la arquitectura y el espacio público es una de las cosas que más le gusta de su colaboración en el pasado gobierno municipal.
Habla con gusto de un urbanismo social, que tiene como objetivo central elevar la calidad de vida de los ciudadanos, reconstruir tejido social e incrementar la cultura ciudadana. Bajo ese enfoque diseñó el Parque Explora, referente de la transformación del Norte de la ciudad.
J. Paúl Restrepo Santa María
Siendo aún estudiante de arquitectura en la Universidad Pontificia Bolivariana se metió de lleno en la profesión. Lo hizo al lado de un profesional prestigioso, Gilberto Rodríguez, con quien trabajó durante tres años. Posteriormente montó su propia oficina, en la que se ha dedicado básicamente al desarrollo de proyectos de vivienda.
J. Paul nació el 27 de agosto de 1944 y en la actualidad comparte la oficina con su hijo, Camilo Restrepo. Cada uno tiene lo suyo, dice el padre, pero también se juntan para determinados proyectos. Así ocurrió, por ejemplo, con el Orquideorama del Jardín Botánico.
Restrepo Santa María reconoce el valor de la nueva generación de arquitectos. Son muy estudiosos, con preparación en el exterior y muy amigos. Esto último les da una ventaja: "Un principio de crítica, que en la época nuestra no existía". Los buenos resultados se ven.
Camilo Restrepo Ochoa
Nació el 3 de junio de 1974 y, al igual que su padre, es arquitecto de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB).
Sus intereses profesionales son muy variados. Mejor dicho, es un todo terreno. Así, un día se le puede ver trabajando en un proyecto de vivienda. Y, en otra ocasión, quizás esté ocupado diseñando una casa para perros o una obra pública. Esa versatilidad lo llevó a diseñar los puestos de exhibición de la feria Colombia Provoca.
Entre los proyectos con sello personal están los edificios Soho y 5G, situados en el sector de El Poblado.
El Orquideorama del Jardín Botánico representa todo un salto profesional para Restrepo Ochoa. Pero no sólo para él. Con insistencia manifestó que la paternidad de ese diseño es colegiada. Además de su padre, hicieron allí sus aportes sus colegas bolivarianos Felipe Mesa y Alejandro Bernal. ¡Quedó claro!
Javier Valencia Villegas
Sin la legalización de los negocios del Hueco no habría salido a flote Hollywood. Así lo percibe este arquitecto de la UPB, nacido el 1 de febrero de 1959. Es como si el centro comercial, situado en el vecindario del Palacio Nacional, fuera un culto a la legalidad por parte de los inversionistas del tradicional sector de Guayaquil.
Valencia tuvo experiencia como constructor, pero no resistió el manejo de los trabajadores. En 1997, cuando las obras escaseaban, trabajó a distancia para una firma española. Alcanzó a realizar los planos de seis edificios, de 4 y 5 pisos, los cuales enviaba a través de internet.
Se duele de lo bajo que pagan los diseños. En Europa, dice, un arquitecto hace dos o tres edificas y con eso vive, mientras que en Colombia hay que hacer de 20 a 30. Las obras públicas dan un poco más de holgura, pero hay más competencia.
Sergio Vera Restrepo
Tradicionalmente los promotores privados de proyectos eran cicateros en costos y espacio público. Sin embargo, están cambiando de mentalidad, al ver la buena calidad y costo de los desarrollos gubernamentales. Para Vera, arquitecto de la Universidad Nacional, esta es una de las gratas lecciones que está dejando la transformación de Medellín. El cambio es fabuloso porque, añade, hoy los clientes se prestan para hacer cosas más bonitas.
Vera nació el 6 de junio de 1965, se graduó como arquitecto de la Nacional en 1989 y en el 92 ya estaba trabajando al lado de Juan B. Castrillón, haciendo desde edificios hasta viviendas populares. Como independiente que es, desde hace siete años, le tocó diseñar el edificio Veracruz. Daba para 43 pisos, pero con problemas en parqueaderos. Terminó en 37 pisos y 120 metros de altura.
Víctor Rincón Castillo
Si los metros cuadrados de sus últimas obras le sirvieran como millas de Avianca, este hombre podría viajar, gratis, al África. Rincón, arquitecto bogotano de la Universidad de los Andes, nacido el 17 de junio (de un año que se reserva), suma 420.000 metros cuadrados en dos proyectos: los centros comerciales Santafé.
El de Bogotá, que ya funciona, tiene 215.000 m2. Y el de Medellín, que está en construcción, tendrá 205.000 m2, o sea el doble de un centro comercial de primera generación. Le gusta la escultura, pero es, desde hace 20 años, arquitecto al 100 por ciento.
Ha trabajado al lado de Mario Noriega, Rafael Obregón Bueno y Pedro Gómez. También estuvo en Pinto y Gómez Arquitectos, firma especializada de la que han salido centros comerciales como el Andino y el Palatino. Rincón Castillo pasó de esta firma a la dirección de los proyectos Santafé en la capital de la República y en Medellín. Dice que lo más complicado es manejar a los promotores. Cuando un metro cuadrado vale 10 millones de pesos y se pide una plazoleta de 20 x 20, muchos sacan calculadora y dicen que eso equivale a un "sacrificio" de 4.000 millones de pesos.
Sergio Gómez Arenas
Él, y su esposa Beatriz Piedrahita, comparten una obsesión profesional: meterle gente a la Avenida El Poblado y darle más vida las 24 horas del día.
Gómez Arenas nació el 1 de agosto de 1954 en Medellín, estudió arquitectura en la Universidad Nacional y como muchos de sus colegas comenzó dictando clases y haciendo proyectos de vivienda. Está entre los cinco profesionales que más obras ha desarrollado en este sector de la ciudad. Hace 20 años la del Poblado era una Avenida de paso, que adquiría cierto aire fantasmal después de las seis de la tarde.
A su florecimiento ha contribuido con proyectos como los edificios Colmena, Caja Social, Sudameris, y más recientemente el Seniors Club de Oviedo. Al diseñar La Strada le dio rienda suelta a su gusto por ver personas disfrutando de espacios públicos amplios y de calidad. Allí hay comercio, variedad de restaurantes, casino y hotel. Para él, la arquitectura es un estilo de vida. Otra cosa piensan sus hijos, que se orientan por el mundo de las finanzas.
Alejandro Toro Posada
Muchos de los compañeros y amigos con los que se graduó en la UPB ya no figuran en los directorios de arquitectos. No murieron, físicamente. Pero sí sucumbieron profesionalmente en la década de los 80, cuando el terrorismo debilitó al sector productivo. Les tocó cambiar de trabajo y ponerse a vender materiales para sus colegas. Toro Posada, nacido el 25 de agosto de 1962, sobrevivió. Se fue para Estados Unidos y se especializó en diseño de interiores.
Estuvo encargado del diseño de las oficinas de Conavi, a nivel nacional. Cuando la abejita desapareció del mundo empresarial, el arquitecto siguió haciendo esa tarea para los locales del Bancolombia en Antioquia, Bogotá y la Sabana. A su hoja de vida se añade otra obra en desarrollo: entre más de 30 propuestas, la liderada por las firmas Toro Posada y Oficina de Proyectos Urbanos (Opus) fue seleccionada para diseñar la Plaza de la Libertad, cuyo costo de construcción es del orden de los 100.000 millones de pesos.
Giancarlo Mazzanti Sierra
Su solo nombre es símbolo de mezcla cultural. Nació en Barranquilla, el 15 de marzo de 1963. Su padre es italo-francés y su madre una bogotana girardoteña. Estudió arquitectura en la Javeriana y realizó un máster en Florencia, Italia. Su vida ha estado marcada por los premios. Siendo muy joven ganó un concurso de ideas en homenaje al arquitecto francés Le Corbusier. También fue ganador de un concurso para construir la Iglesia del Salitre. Los premios, dice, democratizan la arquitectura.
Por esa misma vía terminó haciendo los diseños de la Biblioteca España, en una competencia en la que participaron más de 40 firmas.
Para Mazzanti, en Medellín comienzan a verse obras con una fuerte firma de autor. Entre ellas, y sin agotar el inventario, destaca el Parque de los Pies Descalzos, la Biblioteca Temática de EPM, el Parque de los Deseos y hasta la Plaza de la Luz, que con todo y lo controvertida que sigue siendo, ha ganado una Bienal de Arquitectura. Algo muy bueno pasa aquí, con una arquitectura contemporánea proyectada al mundo.