Es que si había un país que podía mandar tremendas casas de buenísimos arquitectos como Mathias Klotz, Felipe Assadi o el premio Pritzker, Alejandro Aravena, era justamente Chile y qué hicieron, mandaron la Casa Gago. No es que la encuentre mala, pero hay que digerir los diseños de Pezo von Ellrichshausen.
Cuec.