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Icono de la historia argentina: El Congreso cumple 100 años
El edificio fue inaugurado el 12 de mayo de 1906, durante la presidencia de Figueroa Alcorta.
Horacio Aizpeolea
[email protected]
El periodista francés, Jules Huret, de paso por Buenos Aires en 1909, aludió al Palacio del Congreso como "monumento", le encontró aires similares al Capitolio de Washington y comparó su cúpula de 30 mil toneladas con un "colosal huevo". Pero dijo algo más: "Este edificio, proyectado hace años, con un presupuesto de 12 millones de francos, ha absorbido hasta hoy 55 millones. ¡Y aún no está concluido! Ha costado tanto dinero que se llama la 'Casa de Oro'". El viernes, el monumental edificio alumbrado por el genio creativo del constructor italiano Vittorio Meano, cumple 100 años.
Aunque fue inaugurado el 12 de mayo de 1906, bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta, la parte trasera del edificio (sobre Combate de los Pozos) fue terminada en 1946. En medio pasaron comisiones (la de 1914 fue integrada por Lisandro de la Torre y Alfredo Palacios) que investigaron corruptelas, y hasta la rescisión del contrato a la constructora dispuesta en 1920 por el presidente Hipólito Yrigoyen. El trágico final de Meano estuvo en consonancia con aquellos avatares: dos años antes de la inauguración, murió de dos balazos. El asesino fue su ayudante de cámara y amante de su esposa, Luigia Fraschini (que a su vez, se había escapado de Italia con Meano, huyendo de su anterior esposo).
"La historia del Palacio del Congreso está signada por la argentinidad", resume el arquitecto Mederico Faivre. Admirador de la obra de Meano (que incluye el Teatro Colón y el Palacio Legislativo de Montevideo), Faivre dirigió la restauración exterior del Congreso, entre 1995 y 2001. "¿Lo que más me impresionó? El exterior tiene 40 mil piezas de piedra labrada, la mayoría firmada por artesanos", dijo.
El edificio, de 52 mil metros cuadrados, está revestido en roca caliza de Córdoba. La piedra, a diferencia de otros edificios de la época donde las molduras y otras ornamentaciones se realizaban con moldes, aquí fue trabajada por artesanos. Sobre Combate de los Pozos estaba el obrador. Allí, Lola Mora esculpió las estatuas que luego fueron retiradas del Palacio para llevarlas a la gobernación de Jujuy.
En julio de 1889, el presidente Juárez Celman, alentado por el intendente Alvear, impuso la idea de ubicar el edificio en el extremo oeste de la planificada Avenida de Mayo, que se inauguraría en 1894. El eje de la Avenida de Mayo era imaginado como el corredor que Buenos Aires caminaría para encontrarse con las principales capitales del mundo.
Vittorio Meano llegó al país en 1884, invitado a trabajar en el estudio de su coterráneo Francisco Tamburini. Once años después, su proyecto se imponía a otros 28 en el concurso para construir el Congreso. En 1897, la obra se le adjudicó a la constructora de los hermanos italianos Besana. Dos años antes, el segundo Censo Nacional arrojaba que en Capital había 360 mil extranjeros y 320 mil argentinos. Esa era la Ciudad cosmopolita de Meano (aún cuando éste se sentía maltratado). El constructor instaló su estudio sobre Rodríguez Peña. Tal era su obsesión con la obra. (Hay más detalles en el sitio www.fadu.uba.ar/sitios/iaa/).
Cien años después, la vieja puerta giratoria sobre Hipólito Yrigoyen contrasta con el detector de armas y metales. "¿La tecnología hubiera salvado a (Enzo) Bordabehere?", especula con humor negro un empleado legislativo. La referencia es al senador asesinado en el recinto, en 1935, cuando el blanco era Lisandro de la Torre. "Asesinato en el Senado de la Nación", dirigida por Juan José Jusid, en 1984, recreó el incidente y se filmó en el recinto.
Las puertas principales, sobre Entre Ríos, se usan excepcionalmente: en marzo, cuando el Presidente habla ante la Asamblea Legislativa o cuando se recibe a un visitante extranjero con rango presidencial. Alguien también las abrió el 19 de diciembre de 2001: en la víspera de la caída de Fernando de la Rúa, se sacaron sillones valiosos hasta las escalinatas, donde fueron quemados.
Franqueadas esas puertas, ya se aprecia la magnificencia del primer hall (salvo que, como el jueves pasado, esté ocupado por unas mesas con sándwiches). El hall luce mosaicos estadounidenses, una escalera con granito rojo de Bélgica y mármol cordobés en las paredes y lleva al Salón Azul, el más grande entre sus pares.
Aquí está el centro exacto del edificio. Pararse en ese punto mete miedo. Arriba pende una araña de 2.054 kilos y 331 lamparitas. La llamada "araña del Centenario" está colgada desde la cúpula. Dos mil kilos colgados desde 67 metros. Debajo de ese tonelaje fueron velados Perón y Evita. El Salón Azul es el sitio de los velatorios de presidentes y vices en ejercicio. Por excepción, también de Atahualpa Yupanqui.
Los salones Evita y "de los Pasos Perdidos", la segunda biblioteca en importancia del país, los recintos que combinan tradición y tecnología en el sistema de votación (para evitar diputados truchos), la monumental cuádriga esculpida por el veneciano Víctor de Pol, reúnen historias que en los últimos dos años fueron apreciadas por las 51.128 personas que participaron de las visitas.
Hace cien años, el edificio lucía muy diferente: aún no tenía el revestimiento de piedra. "La fisonomía se emparentaba con la arquitectura fabril; mostraba su impronta ladrillera combinada con vigas de hierro", dice el arquitecto Faivre. Un siglo después, la obra de Meano (encuadrada en el academicismo, el eclecticismo y el clasicismo), despierta una valoración que Meano no consiguió en vida.
Clarin.com
El edificio fue inaugurado el 12 de mayo de 1906, durante la presidencia de Figueroa Alcorta.


Horacio Aizpeolea
[email protected]
El periodista francés, Jules Huret, de paso por Buenos Aires en 1909, aludió al Palacio del Congreso como "monumento", le encontró aires similares al Capitolio de Washington y comparó su cúpula de 30 mil toneladas con un "colosal huevo". Pero dijo algo más: "Este edificio, proyectado hace años, con un presupuesto de 12 millones de francos, ha absorbido hasta hoy 55 millones. ¡Y aún no está concluido! Ha costado tanto dinero que se llama la 'Casa de Oro'". El viernes, el monumental edificio alumbrado por el genio creativo del constructor italiano Vittorio Meano, cumple 100 años.
Aunque fue inaugurado el 12 de mayo de 1906, bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta, la parte trasera del edificio (sobre Combate de los Pozos) fue terminada en 1946. En medio pasaron comisiones (la de 1914 fue integrada por Lisandro de la Torre y Alfredo Palacios) que investigaron corruptelas, y hasta la rescisión del contrato a la constructora dispuesta en 1920 por el presidente Hipólito Yrigoyen. El trágico final de Meano estuvo en consonancia con aquellos avatares: dos años antes de la inauguración, murió de dos balazos. El asesino fue su ayudante de cámara y amante de su esposa, Luigia Fraschini (que a su vez, se había escapado de Italia con Meano, huyendo de su anterior esposo).
"La historia del Palacio del Congreso está signada por la argentinidad", resume el arquitecto Mederico Faivre. Admirador de la obra de Meano (que incluye el Teatro Colón y el Palacio Legislativo de Montevideo), Faivre dirigió la restauración exterior del Congreso, entre 1995 y 2001. "¿Lo que más me impresionó? El exterior tiene 40 mil piezas de piedra labrada, la mayoría firmada por artesanos", dijo.
El edificio, de 52 mil metros cuadrados, está revestido en roca caliza de Córdoba. La piedra, a diferencia de otros edificios de la época donde las molduras y otras ornamentaciones se realizaban con moldes, aquí fue trabajada por artesanos. Sobre Combate de los Pozos estaba el obrador. Allí, Lola Mora esculpió las estatuas que luego fueron retiradas del Palacio para llevarlas a la gobernación de Jujuy.
En julio de 1889, el presidente Juárez Celman, alentado por el intendente Alvear, impuso la idea de ubicar el edificio en el extremo oeste de la planificada Avenida de Mayo, que se inauguraría en 1894. El eje de la Avenida de Mayo era imaginado como el corredor que Buenos Aires caminaría para encontrarse con las principales capitales del mundo.
Vittorio Meano llegó al país en 1884, invitado a trabajar en el estudio de su coterráneo Francisco Tamburini. Once años después, su proyecto se imponía a otros 28 en el concurso para construir el Congreso. En 1897, la obra se le adjudicó a la constructora de los hermanos italianos Besana. Dos años antes, el segundo Censo Nacional arrojaba que en Capital había 360 mil extranjeros y 320 mil argentinos. Esa era la Ciudad cosmopolita de Meano (aún cuando éste se sentía maltratado). El constructor instaló su estudio sobre Rodríguez Peña. Tal era su obsesión con la obra. (Hay más detalles en el sitio www.fadu.uba.ar/sitios/iaa/).
Cien años después, la vieja puerta giratoria sobre Hipólito Yrigoyen contrasta con el detector de armas y metales. "¿La tecnología hubiera salvado a (Enzo) Bordabehere?", especula con humor negro un empleado legislativo. La referencia es al senador asesinado en el recinto, en 1935, cuando el blanco era Lisandro de la Torre. "Asesinato en el Senado de la Nación", dirigida por Juan José Jusid, en 1984, recreó el incidente y se filmó en el recinto.
Las puertas principales, sobre Entre Ríos, se usan excepcionalmente: en marzo, cuando el Presidente habla ante la Asamblea Legislativa o cuando se recibe a un visitante extranjero con rango presidencial. Alguien también las abrió el 19 de diciembre de 2001: en la víspera de la caída de Fernando de la Rúa, se sacaron sillones valiosos hasta las escalinatas, donde fueron quemados.
Franqueadas esas puertas, ya se aprecia la magnificencia del primer hall (salvo que, como el jueves pasado, esté ocupado por unas mesas con sándwiches). El hall luce mosaicos estadounidenses, una escalera con granito rojo de Bélgica y mármol cordobés en las paredes y lleva al Salón Azul, el más grande entre sus pares.
Aquí está el centro exacto del edificio. Pararse en ese punto mete miedo. Arriba pende una araña de 2.054 kilos y 331 lamparitas. La llamada "araña del Centenario" está colgada desde la cúpula. Dos mil kilos colgados desde 67 metros. Debajo de ese tonelaje fueron velados Perón y Evita. El Salón Azul es el sitio de los velatorios de presidentes y vices en ejercicio. Por excepción, también de Atahualpa Yupanqui.
Los salones Evita y "de los Pasos Perdidos", la segunda biblioteca en importancia del país, los recintos que combinan tradición y tecnología en el sistema de votación (para evitar diputados truchos), la monumental cuádriga esculpida por el veneciano Víctor de Pol, reúnen historias que en los últimos dos años fueron apreciadas por las 51.128 personas que participaron de las visitas.
Hace cien años, el edificio lucía muy diferente: aún no tenía el revestimiento de piedra. "La fisonomía se emparentaba con la arquitectura fabril; mostraba su impronta ladrillera combinada con vigas de hierro", dice el arquitecto Faivre. Un siglo después, la obra de Meano (encuadrada en el academicismo, el eclecticismo y el clasicismo), despierta una valoración que Meano no consiguió en vida.
Clarin.com