Que la ciudad es muy linda, abierta al mar y con una rambla fantástica, no hay discusión. Pero que la dejadez de las autoridades, y de los montevideanos todos, hace poco por estar a la altura de la madre natura, también es indiscutible.
Y esto no ocurre sólo con la rambla, también pasa con los parques. El Parque Batlle, por ejemplo, tan hermoso y tan bien enclavado como pulmón de la ciudad, es penoso su estado de conservación.
Basta darse una vueltita por el mismo para encontrar a cada paso muestras del descuido general. Senderos hechos puré, antiguos muretes de ladrillo viniéndose abajo, basura, mugre, pastizales, árboles quebrados.
Y además de todo eso bajo una administración del espacio que parece significar que cuantas más cosas metemos en el parque más contentos estamos. Canchas de fútbol (para grandes y para chicos), un boliche, club de tiro, juegos para niños, parque de diversiones, espectáculos carnavaleros, estacionamiento del estadio, feria ilegal (junto al monumento a la carreta), recientes construcciones para el velódromo frente a la cancha de Central, sitios para maniobras de las academias de choferes, aparatos de gimnasia, etcétera, etcétera, todo parece caber en el Parque Batlle. Y el parque en sí, el verde, las plantas, los árboles, los senderos, es a lo que menos importancia se le da.
Es una pésima manera de conservar un parque, que en realidad se mantiene todavía gracias a la inspiración de sus originarios diseñadores franceses, porque por los "méritos" que hacemos los montevideanos más bien que poco se puede esperar.
Y este es sólo un ejemplo de lo mal encarada que está la conservación de las maravillas que la naturaleza y los visionarios de otros tiempos regalaron a Montevideo en épocas pasadas ya lejanas. Una hermosa ciudad agredida permanentemente por sus propias autoridades y habitantes.
Esta foto es de hace unas semanas atrás, la saqué después de pasar por ese lugar varias veces y con el correr de los días la única diferencia era que la basura seguía aumentando. El sendero es sólo un ejemplo de cómo está el resto.
Y esto no ocurre sólo con la rambla, también pasa con los parques. El Parque Batlle, por ejemplo, tan hermoso y tan bien enclavado como pulmón de la ciudad, es penoso su estado de conservación.
Basta darse una vueltita por el mismo para encontrar a cada paso muestras del descuido general. Senderos hechos puré, antiguos muretes de ladrillo viniéndose abajo, basura, mugre, pastizales, árboles quebrados.
Y además de todo eso bajo una administración del espacio que parece significar que cuantas más cosas metemos en el parque más contentos estamos. Canchas de fútbol (para grandes y para chicos), un boliche, club de tiro, juegos para niños, parque de diversiones, espectáculos carnavaleros, estacionamiento del estadio, feria ilegal (junto al monumento a la carreta), recientes construcciones para el velódromo frente a la cancha de Central, sitios para maniobras de las academias de choferes, aparatos de gimnasia, etcétera, etcétera, todo parece caber en el Parque Batlle. Y el parque en sí, el verde, las plantas, los árboles, los senderos, es a lo que menos importancia se le da.
Es una pésima manera de conservar un parque, que en realidad se mantiene todavía gracias a la inspiración de sus originarios diseñadores franceses, porque por los "méritos" que hacemos los montevideanos más bien que poco se puede esperar.
Y este es sólo un ejemplo de lo mal encarada que está la conservación de las maravillas que la naturaleza y los visionarios de otros tiempos regalaron a Montevideo en épocas pasadas ya lejanas. Una hermosa ciudad agredida permanentemente por sus propias autoridades y habitantes.
Esta foto es de hace unas semanas atrás, la saqué después de pasar por ese lugar varias veces y con el correr de los días la única diferencia era que la basura seguía aumentando. El sendero es sólo un ejemplo de cómo está el resto.
