Llevo 21 años en España, escribo este post porque yo me crié en el Hotel Cólon que era de mi familia, mientras mis padres trabajaban en la recepción yo correteaba por aquellos inmensos salones y pasillos, era prácticamente el unico niño y no podría decir a cuantos huespedes llame tío o tía.
Allí vivimos hasta que yo tuve 15 años, la última planta era una mitad nuestra vivienda y la otra mitad era el lavadero y una terraza inmensa, mi reino privado.
Aquellos "tíos" podían ser coreanos, polacos, italianos que venían cada varios meses a remplazar las tripulaciones de los pesqueros, o de cualquier otro sitio, me enseñaron a leer antes que en el colegio, a hacer tai-chi con cuatro años, allí se celebró la boda gitana mas concurrida del mundo mundial, y las mucamas me enseñaban y ayudaban a cuidar palomas, gaviotas, loros, gatos, conejos y todo bicho que caía en mi poder, en una habitación que había vacía al lado del lavadero.
En el sótano tenía yo mi cancha de futbol, era tan grande (y sera todavía hoy) que en las paredes estaban las chapas del ayuntamiento con los nombres de las calles.
Allí se organizaban bodas para los argentinos que en aquel entonces no tenían divorcio, y por supuesto yo era el encargado de tocar la campana cuando entraba la novia, en el salón tengo mi primer recuerdo de la tele, un salon inmenso lleno de gente bebiendo, aplaudiendo y festejando frente a nuestro televisor que habíamos bajado para ver el primer paso del hombre en la luna.
Tuve la infancia mas feliz del mundo, pero como todo lo bueno termina, cuando tenía yo 15 años nos tuvimos que ir, finalmente la dictadura lo declaró monumento histórico por lo que las reparaciones tenían que hacerse manteniendo el estilo, lo cual me parece absolutamente lógico, el problema es que ese mismo gobierno se negó a dar ningun préstamo para repararlo y las reparaciones costaban en aquel entonces algo mas de un millón de dólares por lo que hubo que malvenderlo, y los nuevos dueños lo vaciaron y abandonaron hasta la venta al bid.
Más allá de los sentimientos personales que son fuertes, me alegro enormemente por el edificio, la ciudad y la memoria de los que por allí pasamos.
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