México tiembla entre el pragmatismo y el populismo
JAMES C. McKINLEY / NYT
CIUDAD DE MEXICO
En estos días, a un visitante en México se le podría perdonar por creer que el presidente Vicente Fox se está postulado por la reelección, aun cuando la Constitución le prohíbe un segundo mandato y los presidentes en funciones tradicionalmente se han mantenido al margen durante las campañas nacionales.
No Fox. El mandatario ha estado viajando por el país, defendiendo su mandato de seis años y atacando al candidato de la izquierda, quien va a la cabeza, Andrés Manuel López Obrador. Hay veces que los enfrentamientos verbales de Fox con López Obrador, el ex regente de Ciudad de México, han eclipsado las campañas de los otros dos candidatos en la contienda.
La amarga pugna en la esfera política ha dado paso a la percepción de que las elecciones realmente fueran una votación entre una continuación de las políticas de libre comercio de Fox y las propuestas de López Obrador con respecto a un mayor proteccionismo, cuidado de salud sin costo y otras prestaciones gubernamentales para los pobres.
Fox está rompiendo una tradición. En el pasado, los presidentes en turno fácilmente podían mantenerse por encima del altercado. Esto se debía a que el Partido Revolucionario Institucional, que gobernó por más de siete décadas, determinaba de antemano el resultado de las elecciones. Pero la práctica cesó cuando Fox, perteneciente al conservador Partido Acción Nacional, ganó las elecciones del 2000.
''Claramente a él le preocupa que Andrés Manuel López Obrador se convierta en el presidente y que el modelo económico del país cambie'', comentó Denise Dresser, politóloga y columnista en Ciudad de México.
Durante varios meses, Fox y su equipo bombardearon a México con anuncios del servicio público en los que se promovían los logros de su administración.
Estaban claramente enfocados a contrarrestar la carga por parte de López Obrador, quien renunció a la regencia capitalina para buscar la postulación presidencial. Dicha carga estaba encaminada a demostrar que Fox prometió ''un gobierno del cambio'' pero que había cumplido con muy poco.
Después, la Corte Suprema ordenó el 24 de febrero a la presente administración que sacará del aire los anuncios, al tiempo que consideraba una demanda entablada por legisladores de la oposición, quienes afirmaron que Fox estaba usando recursos públicos para ayudar al candidato de su partido, Felipe Calderón, quien está a la zaga en las encuestas.
Desde entonces, Fox ha subido de tono sus comentarios, lanzando observaciones incisivas sobre López Obrador en cada oportunidad. Al mismo tiempo advertía en contra de la demagogia, el populismo y los falsos Mesías, lo cual se considera que son alusiones a López Obrador.
Fox también le ha advertido al electorado que no se sienta tentado por las promesas de dádivas del gobierno y los costos menores de la energía que, argumenta, llevarán a la bancarrota a generaciones futuras.
''Nos dan un sándwich hoy para que podamos tener hambre mañana'', se quejó.
En la última semana de marzo, durante un recorrido por la frontera norte del país, Fox continuó con su ataque verbal, diciendo:
``Nosotros podemos seguir avanzando si perseveramos en nuestro esfuerzo, si dejamos a un lado las promesas fáciles y las falsas ilusiones, la demagogia y el populismo''.
López Obrador ha respondido diciendo que el Presidente es una chachalaca: rara ave conocida por su incesante parloteo. Asimismo, le ha dicho en repetidas ocasiones al presidente mexicano que ''se calle'' y deje de intervenir en la campaña.
''No puede ir por ahí hablando mal de mí'', afirmó López Obrador el 17 de marzo. ``No puede andar por ahí lanzando ataques indirectos''.
En un evento dos días antes, López Obrador declaró: ``Fox ya tuvo su oportunidad y lo único que hizo fue traicionar a millones de mexicanos que confiaron en él''.
En un mitin efectuado a fines de marzo en Rosario, en el estado de Nayarit, en la costa del Pacífico, López Obrador criticó al presidente por continuar con sus ataques, diciendo que estaba degradando su cargo y actuando ``como un jefe de partido''.
Los ataques no han venido solamente de la oficina de Fox, sino también desde su partido. Dirigentes y legisladores del partido han orquestado una campaña para vincular a López Obrador con el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el epítome del populista de izquierda, del cual se piensa que ha tratado brutalmente a las instituciones democráticas.
El partido ha promovido un nuevo ataque en el cual aparece Chávez advirtiéndole a Fox ''no se meta conmigo o saldrá espinado''. Después, el anuncio presenta a López Obrador, gritando: ``Cállese, señor Presidente, cállese, chachalaca''.
López Obrador se ha negado a ofrecer comentarios acerca de dichos anuncios. Chávez, por su parte, los condenó.
Algunos politólogos aquí dicen que la campaña publicitaria y los comentarios de Fox al parecer van enfocados a generar miedo entre las clases media y alta de México, al describir a López Obrador como un potencial dictador de izquierda, o al menos un proteccionista de mente cerrada.
Asimismo, notan que los mexicanos están viendo un nuevo estilo de hacer política, después de siete decenios bajo el dominio de un partido, y durante el cual el presidente era tratado con el máximo respeto.
''Los presidentes mexicanos siempre han sido -- bueno, solían ser -- sagrados'', dijo Enrique Krauze, analista político y escritor.