A ver, tampoco nos hagamos trampas al solitario. Nuestro urbanismo es así, pero también tiene que ver con que nuestro entorno natural no es precisamente el de un agradable y rico bosque atlántico en el que vamos salpicando carreteritas y edificaciones entre los árboles. Humanizar el medio natural en España para convertirlo en un entorno agradable cuesta mucho trabajo.
En cualquier zona de la llanura europea, puedes edificar en cualquier zona, dejas los espacios intermedios con el mínimo necesario de infraestructura y pavimento, y el resto al cabo de 3 décadas será una mezcla de verde y árboles de bastante porte. El equivalente en España, con el mismo nivel de mantenimiento, diseño y cuidado, es unos espacios intermedios de descampados, hierbas secas y tierra descarnada si no lo cuidas. Habrá árboles de cierto porte seguramente, pero no será un ejemplo de como la naturaleza se inserta en la trama urbana.
Por lo general, los espacios verdes en España requieren mucha más planificación y mantenimiento si nos atenemos a los estándares de otros lugares. Y eso ocurre ahora, y ocurre desde que se diseñan jardines formales de factura claramente europea (si podemos hablar de jardines europeos de manera global desde hace unos 500 o 600 años).
El entorno de Madrid, exceptuando las zonas boscosas al oeste y al norte, está más próximo a lo estepario, si no hacer nada, lo más probable es que siga siendo todo un erial. Por eso critico tanto que no se lleven planes más ambiciosos en en Ensanche de Vallecas o en El Cañaveral en cuanto a un plan verde de verdad más allá de plantas unos arbolitos en algunos alcorques que pasarán 10 años y no crecerán. Lo que tendríamos que plantearnos es el tipo de especies y el tipo de ajardinamiento que es adecuado. Los expertos lo saben, pero tampoco en sencillo remplazar árboles de mucho porte, porque es un patrimonio y porque se puede convertir en un auténtico problema político. Recordemos lo que pasó en la reforma del Prado.
Es lo que tienen este tipo de decisiones: cuando todo va bien nadie l da importancia y se da por supuesto, pero cuando todo va mal, a toro pasado, todo son quejas. Quiero decir por ejemplo, un árbol potencialmente señalado hace años para ser cortado por su edad generará una oposición directamente proporcional a su porte, más si están en una zona icónica de la ciudad y si se tiene expectativa de generar rédito político. Del mismo modo, ese mismo árbol, si se desploma por la nevada, o por el viento, generará igualmente críticas al ayuntamiento por su gestión deficiente. Y eso lo hay que tener en cuenta.
Y que conste que asumo lo tradicional, cortoplacista y mediocre que es el urbanismo y el diseño urbano en Madrid. Que también tiene mucho que decir...