El recrecido de las termas dibuja parte de lo que fuera la Villa Astur-Romana gijonesa, que podrá ser visitada el próximo verano
A. PRESEDO/GIJÓN
La Villa Astur-Romana de Veranes empieza a tomar forma. Los restos excavados en el último año, tras ser valorado el yacimiento como de «una dimensión patrimonial e histórica enorme para Asturias», en palabras de la arqueóloga Carmen Fernández Ochoa, han sido tratados con especial mimo. Este verano se intensificaron los trabajos, tanto de expertos como de personal no cualificado, y se siguió excavando en el cementerio medieval. De forma simultánea, el ábside de la iglesia y la estancia del señor tuvieron su tratamiento y ya se empiezan a ver algunas de las joyas arqueológicas del futuro museo al aire libre, descubierto, en su día, por el párroco de la Abadía de Cenero, Manuel Valdés.
Quizás la más llamativa y espectacular sea la estancia de las termas, con sus columnas recrecidas, de una considerable altura, cercana a los dos metros. Su estructura recuerda a las termas del Campo Valdés, aunque las de Veranes, en su día utilizadas para dar calor a algunas habitaciones de la casa principal, son mucho mayores. El trabajo de los arqueólogos permitirá, en un futuro, que los visitantes del yacimiento puedan hacerse una idea de cómo era la vida de los habitantes de este valle gijonés en el siglo II después de Cristo, en el que los expertos datan el inicial poblado rural de Veranes. Aunque aún no hay fechas concretas, es más que probable que el histórico yacimiento pueda ser visitado por el público el próximo verano, una vez sea habilitada todo el área museográfica.
Después de muchos años en el olvido, el yacimiento arqueológico de Veranes recibió un nuevo y determinante impulso en el año 1998, de la mano de los arqueólogos Carmen Fernández Ochoa y Fernando Gil Sendino. Hasta entonces, apenas se habían excavado sesenta metros cuadrados. De hecho, hasta hace un año todo el entorno estaba abierto y se podía acceder a la zona de las ruinas sin impedimento alguno, todo ello a pesar de que hace veinte años, el día 13 de diciembre de 1985, el yacimiento fue declarado Bien de Interés Cultural. El 'prau' seguía siendo utilizado hasta como zona de juegos para los niños del entorno. En la actualidad, los casi 5.000 metros cuadrados ya ha sido vallados y se ha actuado sobre una superficie de 4.000 metros cuadrados.
Este verano se ha trabajado con intensidad en la necrópolis y en la consolidación de la estructura que se empezó el año pasado y que será culminada en breve. De hecho, la campaña de 2005 se apurará al máximo y es prácticamente seguro que se seguirá excavando hasta las fechas navideñas, aunque las condiciones del tiempo puedan no ser las más favorables. La idea es que, para entonces, esté terminado todo el entorno expositivo, con lo cual, para principios de 2006, quedaría desarrollar la museografía que conlleva, entre otras cosas, habilitar los caminos y pasarelas en torno a las ruinas para poder visitarlas sin causar problema alguno.
De todas formas, el hecho que la villa de Veranes pueda ser visitada en un futuro, no influirá en el desarrollo de la excavación, ya que está previsto seguir trabajando en años sucesivos para completar cada vez más el yacimiento. Es más, la propia excavación de los arqueólogos puede entrar dentro del discurso de la visita, explicando los pasos dados y las ideas generales que se tienen de todo el entorno, aunque parcialmente esté aún bajo tierra.
Murias de Beloño
Veranes, en todo caso, no fue un asentamiento único en la zona, muy cercana a la vieja Ruta de la Plata. A escasa distancia se encuentra Murias de Beloño, en una loma situada entre Sotiello y Veranes, a la vera del río Armengide. El poblado está en una finca privada. Pese a ello, los actuales propietarios se han preocupado de que el yacimiento no sufra más agresiones de las necesarias e incluso han tomado medidas para que los animales que pastan por la zona no se acerquen a las centenarias piedras.
Las Murias de Beloño fueron excavadas en los años 50 del siglo pasado y se limpiaron en 1991, aunque la maleza se ha vuelto a adueñar del entorno e, incluso, alguno de los árboles podría llegar a dañar parte de los muros. Se trata de una explotación de carácter agropecuario, pero con algunos lujos como las termas, propios de establecimientos urbanos. Lo forman tres edificaciones diferenciadas: un torreón, situado al lado mismo del camino; un edificio termal, el mejor conservado, ubicado en la zona central de la loma, y un edificio de uso agrícola.
Los muros del torreón tienen 1,5 metros de anchura. En cuanto al sector termal, el mejor conservado y excavado, lo forman seis estancias que acogen unos baños romanos. Se conserva la cámara de calor y se dispone de unas letrinas. Carmen Fernández Ochoa opina que todo ello sigue el esquema de las termas del Campo Valdés. En la actualidad, se encuentra por excavar.
TERMAS. La imagen muestra el recrecido de las milenarias termas romanas, utilizadas como elemento calefactor. / E. C.