Seguridad relativa
Por Juan Molina y Vedia.
Arquitecto, docente UBA
Mi mamá decía que la característica principal de la casa moderna es que no vive nadie en ella. Con las torres pasa algo similar, se construyen sin que les haga falta la gente. Son inversiones que no aparecen para una vida inmediata, sino para mantener el valor del dinero. La cantidad de servicios que ofrecen dependen de una industria muy poderosa: la fábrica de sueños. En el imaginario popular, estos amenities significan sofisticación y progreso. Pero lo que provoca esta oferta de prestaciones es que finalmente, se disponga de poco tiempo para usar todas. Se vive una vida espectáculo, sobrepasada de cosas posibles. El hecho de que todo esté resuelto las 24 horas genera un margen de error cero.
Los chicos que viven en estos complejos vip tienden a aislarse. Salen de los edificios como por un tubo, van a los colegios y vuelven. No tienen contacto con la realidad de la calle. Y la seguridad que se vende en estas viviendas es relativa. Lo único que genera la instalación de mecanismos sofisticados de seguridad es que uno está eligiendo quién quiere que lo asalte, un ratero o un profesional. Porque, a esta altura, el problema de la inseguridad es de todos.
http://www.clarin.com/diario/2006/04/10/laciudad/h-03615.htm