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SAN JOSÉ: TIERRA DE LA POLLERA
Vielka Corro Ríos
Especial para prensa.com
[email protected]
SAN JOSÉ, Los Santos. -En el corazón de la península de Azuero se encuentra el poblado de San José de Las Tablas, que debe su fama nacional a mantener las tradición de confeccionar la pollera, traje típico de la mujer panameña.
Los primeros españoles que habitaron estas tierras interioranas le llamaron “El Quemao”, pero cuando el sacerdote Celestino llevó a la comunidad la imagen de San José, no solamente le adoptaron como su santo patrono, sino que desde ese momento cambiaron su nombre a San José.
Este poblado, ubicado a 10 kilómetros de la ciudad de Las Tablas, cuenta con una población de 640 personas, de las cuales 305 son mujeres.
Esas mujeres, de todas las edades, engalanan los portales de San José. Entre telas, madejas y bolas de hilos de vistosos colores, tijeras y el mundillo que no podía faltar, esas artesanas no solamente confeccionan encajes, sino que afanosamente calan, marcan, sombrean, zurcen y tejen la camisa y el pollerón, hasta conseguir el vistoso traje típico nacional.
El folclorista tableño Edgardo De León Madariaga dice que la pollera es el producto de una arte anónimo que creció y se desarrolló al calor del hogar de la campesina.
UN TRABAJO ARTESANAL
Aquí en San José no hay tiempo para el ocio y la holgazanería, señala la artesana Emma Villarreal, al indicar que desde pequeña se les enseñó no solo a confeccionar la pollera, sino a quererla y a valorarla como símbolo auténtico de la nacionalidad panameña.
Villarreal recuerda que siendo apenas una niña, su maestra de tercer grado le enseñó a marcar, tejer y hasta calar, añade.
Aunque dice no saber la cantidad de mujeres que confeccionan polleras, señala que en una vivienda trabaja desde la abuela hasta las niñas. “No estamos organizadas y por eso no existe un censo”, asegura.
En San José de Las Tablas se puede comprar desde una pollera montuna o de cintas de colores, hasta las sombreadas, zurcidas, caladas o marcadas.
SIN MEMORIA
Gertrudis Espinosa ya perdió la cuenta de las polleras confeccionadas. “Hacemos polleras para el Carnaval y para las fiestas de fundación de Chitré en el mes de octubre”, anota.
Sin embargo, Espinosa añade que la mayor demanda de polleras se da para el Festival Nacional de la Pollera, que cada 22 de julio se celebra en Las Tablas.
Aunque aclara que no es menospreciable la cantidad de polleras que las artesanas de San José confecciona para el Festival Nacional de la Mejorana en Guararé.
SUSTENTO
Eusebia Vergara es otra de las artesanas de San José que asegura que el arte que Dios le dio se ha convertido en el sustento de su hogar. “Confeccionando polleras eduque a mis dos hijas y construí la vivienda que hoy me alberga”, subraya Vergara.
Cheva, como cariñosamente se le conoce, es una verdadera profesional en la confección de polleras. Sus clientes pueden escoger el modelo y el color de pollera que deseen.
Aunque aclara que a las personas de tez blanca le van muy bien los colores azul, rojo, rojo vino y morado, mientras que las de tez morena le favorecen el turquesa, naranja, rosado y colores matizados.
Pero la tableña resalta que la confección de la pollera no es el negocio del siglo, ya que de unos siete años para acá los precios de los materiales se han disparado, y la gente sigue pagando lo mismo por el traje típico.
La yarda de tela de olán, tela base del traje, ya cuesta 17 y hasta 20 dólares la yarda, mientras que el hilo también aumentó.
A pesar de estas limitantes, Cheva indica que continuará confeccionando polleras hasta que Dios se lo permita. “Este es un don que Dios le ha dado al pueblo de San José y debemos valorarlo”, indica.
Vielka Corro Ríos
Especial para prensa.com
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SAN JOSÉ, Los Santos. -En el corazón de la península de Azuero se encuentra el poblado de San José de Las Tablas, que debe su fama nacional a mantener las tradición de confeccionar la pollera, traje típico de la mujer panameña.
Los primeros españoles que habitaron estas tierras interioranas le llamaron “El Quemao”, pero cuando el sacerdote Celestino llevó a la comunidad la imagen de San José, no solamente le adoptaron como su santo patrono, sino que desde ese momento cambiaron su nombre a San José.
Este poblado, ubicado a 10 kilómetros de la ciudad de Las Tablas, cuenta con una población de 640 personas, de las cuales 305 son mujeres.

Esas mujeres, de todas las edades, engalanan los portales de San José. Entre telas, madejas y bolas de hilos de vistosos colores, tijeras y el mundillo que no podía faltar, esas artesanas no solamente confeccionan encajes, sino que afanosamente calan, marcan, sombrean, zurcen y tejen la camisa y el pollerón, hasta conseguir el vistoso traje típico nacional.
El folclorista tableño Edgardo De León Madariaga dice que la pollera es el producto de una arte anónimo que creció y se desarrolló al calor del hogar de la campesina.
UN TRABAJO ARTESANAL
Aquí en San José no hay tiempo para el ocio y la holgazanería, señala la artesana Emma Villarreal, al indicar que desde pequeña se les enseñó no solo a confeccionar la pollera, sino a quererla y a valorarla como símbolo auténtico de la nacionalidad panameña.
Villarreal recuerda que siendo apenas una niña, su maestra de tercer grado le enseñó a marcar, tejer y hasta calar, añade.
Aunque dice no saber la cantidad de mujeres que confeccionan polleras, señala que en una vivienda trabaja desde la abuela hasta las niñas. “No estamos organizadas y por eso no existe un censo”, asegura.
En San José de Las Tablas se puede comprar desde una pollera montuna o de cintas de colores, hasta las sombreadas, zurcidas, caladas o marcadas.
SIN MEMORIA
Gertrudis Espinosa ya perdió la cuenta de las polleras confeccionadas. “Hacemos polleras para el Carnaval y para las fiestas de fundación de Chitré en el mes de octubre”, anota.
Sin embargo, Espinosa añade que la mayor demanda de polleras se da para el Festival Nacional de la Pollera, que cada 22 de julio se celebra en Las Tablas.
Aunque aclara que no es menospreciable la cantidad de polleras que las artesanas de San José confecciona para el Festival Nacional de la Mejorana en Guararé.
SUSTENTO
Eusebia Vergara es otra de las artesanas de San José que asegura que el arte que Dios le dio se ha convertido en el sustento de su hogar. “Confeccionando polleras eduque a mis dos hijas y construí la vivienda que hoy me alberga”, subraya Vergara.
Cheva, como cariñosamente se le conoce, es una verdadera profesional en la confección de polleras. Sus clientes pueden escoger el modelo y el color de pollera que deseen.

Aunque aclara que a las personas de tez blanca le van muy bien los colores azul, rojo, rojo vino y morado, mientras que las de tez morena le favorecen el turquesa, naranja, rosado y colores matizados.
Pero la tableña resalta que la confección de la pollera no es el negocio del siglo, ya que de unos siete años para acá los precios de los materiales se han disparado, y la gente sigue pagando lo mismo por el traje típico.
La yarda de tela de olán, tela base del traje, ya cuesta 17 y hasta 20 dólares la yarda, mientras que el hilo también aumentó.
A pesar de estas limitantes, Cheva indica que continuará confeccionando polleras hasta que Dios se lo permita. “Este es un don que Dios le ha dado al pueblo de San José y debemos valorarlo”, indica.