JARDINES PUBLICOS DE LA CAPITAL
JARDINES PUBLICOS DE LA CAPITAL
La Plaza Central o Parque Morazán en 1929.
En la época colonial, Tegucigalpa contaba con plazas públicas ubicadas la mayoría de ellas frente a los templos católicos utilizándolas para realizar las concentraciones de feligreses para los eventos religiosos de las fiestas patronales y conmemoraciones como las programadas para la Semana Santa.
La única plaza que servía para celebrar, además de actividades religiosas, acontecimientos púbicos de las autoridades de aquel entonces, era la que se conocía como la Plaza Mayor frente a la parroquia de San Miguel y al edificio de la Alcaldía, sitio que se consideraba como el centro de la población y desde donde partía la medición de la comprensión municipal.
¿Cuáles eran esas plazas?... La Central o Mayor frente a la Catedral, la de San Francisco frente a la Iglesia y Convento del mismo nombre, la de El Calvario frente a la ermita de los laboríos del barrio Abajo, la de La Merced frente a la Iglesia y Convento del mismo nombre, la de Los dolores en el sitio más antiguo del poblado minero, la de la Inmaculada Concepción frente a la Iglesia parroquial de Comayagüela.
Aquellas plazas no tenían árboles, ni jardines, eran espacios abiertos, polvorientos a los que poco a poco le fueron instalando algunas bancas de madera para ser utilizadas por los parroquianos para descansar en las reuniones dominicales después de salir de los actos litúrgicos que se oficiaban en los templos católicos que se levantaron en Tegucigalpa y en Comayagüela.
Años después de haberse trasladado la capital de Comayagua a Tegucigalpa, en el gobierno del presidente Marco Aurelio Soto, las plazas se transformaron en jardines públicos y se destinaron para honrar la memoria de ilustres patricios hondureños. La Plaza Central (FOTO 1) pasó en 1883 a ser la Plaza Morazán colocando en el centro de la misma la estatua ecuestre del héroe de la unión centroamericana General Francisco Morazán.
En ese mismo año, siendo presidente de la república el general Luis Bográn, la Plaza San Francisco se convirtió en el Parque Valle (FOTO 2) en el cual se erigió la estatua en mármol del sabio don José Cecilio del Valle.
En la Plaza de La Merced (FOTO 3), el presidente Bográn para honrar el nombre de su antecesor en el ejercicio de la primera magistratura de la nación, la bautizó como la “Plaza Soto” colocando en ella los bustos del general José Trinidad Cabañas y el del presbítero José Trinidad Reyes frente al edificio que fue Convento de La Merced donde el insigne religioso ejerció su apostolado y además sede del centro de estudios superiores que fundó, génesis de nuestra Universidad Nacional.
La estatua de Valle en el jardín que lleva su nombre frente a San Francisco.
La Plaza de Los Dolores frente al templo construido por el padre Juan Francisco Márquez en 1732, siempre se mantuvo como tal porque desde esos años era un centro de comercio, sitio donde a finales del siglo XIX se construyó el primer mercado de la ciudad con estructura de madera, cambiándolo en los años treinta por una sólida edificación que se demolió en los años setenta.
La plaza de El Calvario, muy pequeña, siempre quedó como tal y en ella se colocó a finales del siglo XVII una gran cruz de piedra donada por el clérigo licenciado Francisco Alemán conocida como la “Cruz del Perdón” simbolizando el patíbulo donde fue sacrificado Jesucristo en el sitio conocido en la antigua Jerusalén como El Calvario.
La plaza de la Inmaculada Concepción en Comayagüela frente al templo construido en 1794 por los sacerdotes José del Valle y Juan Francisco Márquez, se convirtió en 1883 en el Parque La Libertad colocando en el centro de la misma una pequeña estatua representativa de ese sagrado derecho de la humanidad y que le donó a la Villa el presidente Marco Aurelio Soto. En ese lugar donde la década de los ochenta los capitalinos admiran la obra del escultor Mario Zamora Alcántara dedicada al poeta Juan Ramón Molina cuyo centenario de su muerte recordaremos en noviembre de este año.
El concepto de jardines púbicos como sitios de recreo en la capital hondureña se expandió a finales de los años del siglo XIX y en los primeros del siglo XX. En el barrio Abajo el presidente Bográn construyó un pequeño parque que se conoció como el Parque Bográn que en los treinta se transformó en el Jardín Maya “La Concordia”. Al levantarse en 1914 el Teatro Nacional, se construyó frente a la hermosa edificación un jardín donde se colocó el busto del primer jefe de Estado de Honduras don Dionisio de Herrera, llamándosele desde entonces el Parque Herrera.
En el gobierno del general Manuel Bonilla, en un predio donado por los ciudadanos alemanes que habitaban la zona alta de la ciudad conocida como el barrio Berlín comenzó a construirse un jardín mirador de la capital que se bautizó como Parque La Leona y en donde en los años veinte se colocó la estatua del presidente Bonilla Chirinos y aún cuando se le denominó “Parque Bonilla” la costumbre original no cambió y se le siguió llamando “Parque La Leona”.
En 1921, un amplio predio de Comayagüela se convirtió en un paseo y jardín público al construirse en el gobierno del general López Gutiérrez un monumento conmemorativo al primer centenario de la Independencia Nacional que todos conocemos como “El Obelisco”.
La antigua Plaza de la Merced se llamó en 1883 la Plaza Soto.
Esos fueron los primeros jardines públicos de la capital, hoy existen otros que en los proyectos urbanísticos al irse modernizando la ciudad se establecieron para rendir tributo a excelsas figuras nacionales y extranjeras como el Parque Finaly, la Plaza España en Lomas del Guijarro, la Plaza Cuba en el Bulevar Centro América, la Plaza San Martín centro de un complejo hotelero, las rotondas dedicadas al Dr. Marco Aurelio Soto, a La Madre en el Bulevar a Toncontín, las de la Avenida de Los Próceres, la de los artesanos en Palmira donde se encuentra el busto del pintor primitivista José Antonio Velásquez, la del final del Bulevar Morazán donde hasta hace poco se encontraba un busto del malogrado alcalde capitalino César Armando Castellanos, la construida en el bulevar a la Kennedy con la estatua del presidente John F. Kennedy, el Parque de El Soldado en El Obelisco y otras pequeñas áreas verdes en las más recientes colonias de la ciudad.
Los jardines públicos los hemos conocido como parques, pero el único que tiene esa condición es la de las Naciones Unidas en El Picacho, una extensión dedicada a mantener las arboledas existentes, a cultivar variedades de flores y en la zona del mirador del cerro con vista hacia la ciudad, sitios dedicados a la recreación de los visitantes. Además desde 1993 domina en este parque la monumental obra de Mario Zamora “El Cristo de El Picacho”.
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