Ello implica que el déficit no se resiente por estos gastos, siempre que no exista desplazamiento de la inversión privada, debido al estímulo que representan para la demanda agregada.
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Las inversiones ferroviarias forman parte apreciable de los planes de infraestructuras en cualquier país avanzado. Se materializan en una mayor y mejor dotación de infraestructuras de este tipo que, a su vez, forman parte del stock de capital público de un país, región, etc. La economía se beneficia de las infraestructuras públicas de diversas maneras. En primer lugar, durante la realización de los proyectos ligados a las mismas y, especialmente, durante su operación. De manera relevante se ven beneficiados los usuarios del stock de capital público, sean éstos individuos que utilizan los servicios de las infraestructuras o empresas, es decir, las infraestructuras vienen a satisfacer numerosas necesidades del conjunto de agentes de la economía por lo que los importes destinados a su realización adquieren un volumen considerable, generalmente bajo la iniciativa del sector público, pues son frecuentes los casos de “fallo de mercado” en esta materia, o bajo su estrecha regulación. El uso de las infraestructuras públicas por parte de las empresas, en general, aumentará la productividad de sus propios factores productivos (capital y trabajo). Respecto a las economías territoriales, locales y regionales, las infraestructuras de transportes y comunicaciones constituyen elementos vitales para su desarrollo e interrelación con otros centros de actividad más o menos distantes.
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Para ello, consideramos que las inversiones ferroviarias, tanto las realizadas para el periodo 1991-2001, como las previstas hasta 2007, constituyen un impacto (positivo) de demanda que, tras cierto tiempo, se materializa en una mayor dotación de infraestructuras públicas, lo que a su vez, y de manera adicional, representa un impacto (favorable) adicional, en este caso de oferta.
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Las inversiones ferroviarias, desde el punto de vista macroeconómico, dan lugar a un aumento de la demanda agregada en su componente de inversión, más concretamente inversión realizada por el sector público o alguna de sus agencias. Este impulso de la demanda agregada se repercute por el conjunto de la economía a través del multiplicador del gasto al tiempo que se modifican los diferentes agregados y precios de la economía.
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En primer lugar, hay que mencionar que, como consecuencia de las inversiones ferroviarias del periodo 1991-2007, el PIB resultante será, en 2007, un 1,8 por ciento mayor de lo que resultaría de no haber existido dichas inversiones.