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Gasteiz ha pasado por numerosos cambios desde que fuera designada capital de la CAV el 29 de mayo de hace veinticinco años
Gasteiz celebrará en mayo su primer cuarto de siglo como sede administrativa de la CAV, un periodo marcado por su crecimiento.
MUCHO HA llovido desde aquel 23 de mayo de 1980, fecha en la que el recién constituido Parlamento Vasco sancionaba la primera de sus leyes, la de la capitalidad de la CAV. Desde entonces, Gasteiz ha incrementado su PIB per capita en 12.000 euros, hasta los 26.200 actuales, ha crecido en 37.000 habitantes y ha multiplicado por cuatro los metros cuadrados de zona verde para cada ciudadano, hasta llegar a los 20.
Hace ahora 25 años, la sesión de la Cámara autonómica, celebrada en la Diputación vizcaina, decidió designar a Gasteiz como sede administrativa de las principales instituciones vascas. Desde entonces hasta la actualidad han transcurrido casi 25 años, periodo en el que la principal ciudad alavesa ha asumido con naturalidad y cierta indiferencia los hechos de albergar en su entramado urbano al legislativo y al ejecutivo vascos y el de ejercer de capital de Euskadi. Tal circunstancia, a ojos de los protagonistas políticos, económicos, culturales y sociales de la urbe en las últimas décadas, ha supuesto en este cuarto de siglo un empujón definitivo para el despegue del crecimiento y el desarrollo económico, político y mediático de Vitoria.
Según narran los cronistas de la época, la decisión del Parlamento Vasco no fue fácil. La votación al respecto deparó un apoyo mayoritario a Vitoria, ya que su candidatura concitó 39 votos positivos, los de PNV, PSE y UCD; siete abstenciones, que llegaron desde las filas del Partido Comunista de España y desde Euskadiko Ezkerra; y dos votos en contra, de Alianza Popular, hoy PP. El resultado no dejó lugar a dudas, pero, para ello, las diversas formaciones políticas tuvieron que hacer previamente mucha "cocina" y aderezar ésta con tiento ante los impulsos territoriales que padecía la sociedad de entonces, incluso, en el seno de los propios partidos.
Sea como fuere, lo cierto es que la candidatura de Gasteiz, avalada por el entonces diputado general Emilio Guevara, tuvo que superar recelos y otras querencias que apostaban principalmente por asentar la capitalidad vasca en Bilbao -sede del poder económico-, o en ciudades como Donostia o, incluso, Gernika -enclave histórico de trascendental importancia-, que también deseaban la designación para sí mientras no se constituyera una CAV con Nafarroa y, por ende, con su capital Iruñea, la deseada por gran parte del nacionalismo vasco. En aquella pugna de intereses, fue un cúmulo de circunstancias el que propicio la designación de Gasteiz.
La elección
En 1980, la democracia daba sus primeros pasos tras décadas de dictadura. Los partidos y la política se desperezaban tras años anestesiados por el rigor franquista. Y lo hacían con vigor pese al ruido de sables que se escuchaba de fondo. Bajo aquellos parámetros, Álava podía ofrecer a la CAV su Concierto Económico -único que sobrevivió durante el mandato de Franco-, su Administración foral -no abolida- o su Cuerpo de Policía propio, los Miñones.
Aparte, la ciudad disponía de una serie de edificios capaces de acoger al entramado institucional vasco casi de forma inmediata -el geriátrico es hoy la sede del Gobierno vasco, el antiguo instituto Ramírez de Maeztu es el Parlamento, un centro de discapacitados es el cuartel general de la Ertzaintza en Arkaute y el museo de Ajuria Enea acoge al lehendakari-. Aparte de todo ello, Gasteiz ofrecía unas rápidas comunicaciones con el resto de Euskadi, con el aeropuerto de Foronda y la autovía de Altube recién inaugurados, y con una red de carreteras mejor que la media existente. Todo aquello convenció al entonces lehendakari Carlos Garaikoetxea de que la opción de Gasteiz era la mejor.
Gasteiz celebrará en mayo su primer cuarto de siglo como sede administrativa de la CAV, un periodo marcado por su crecimiento.
MUCHO HA llovido desde aquel 23 de mayo de 1980, fecha en la que el recién constituido Parlamento Vasco sancionaba la primera de sus leyes, la de la capitalidad de la CAV. Desde entonces, Gasteiz ha incrementado su PIB per capita en 12.000 euros, hasta los 26.200 actuales, ha crecido en 37.000 habitantes y ha multiplicado por cuatro los metros cuadrados de zona verde para cada ciudadano, hasta llegar a los 20.
Hace ahora 25 años, la sesión de la Cámara autonómica, celebrada en la Diputación vizcaina, decidió designar a Gasteiz como sede administrativa de las principales instituciones vascas. Desde entonces hasta la actualidad han transcurrido casi 25 años, periodo en el que la principal ciudad alavesa ha asumido con naturalidad y cierta indiferencia los hechos de albergar en su entramado urbano al legislativo y al ejecutivo vascos y el de ejercer de capital de Euskadi. Tal circunstancia, a ojos de los protagonistas políticos, económicos, culturales y sociales de la urbe en las últimas décadas, ha supuesto en este cuarto de siglo un empujón definitivo para el despegue del crecimiento y el desarrollo económico, político y mediático de Vitoria.
Según narran los cronistas de la época, la decisión del Parlamento Vasco no fue fácil. La votación al respecto deparó un apoyo mayoritario a Vitoria, ya que su candidatura concitó 39 votos positivos, los de PNV, PSE y UCD; siete abstenciones, que llegaron desde las filas del Partido Comunista de España y desde Euskadiko Ezkerra; y dos votos en contra, de Alianza Popular, hoy PP. El resultado no dejó lugar a dudas, pero, para ello, las diversas formaciones políticas tuvieron que hacer previamente mucha "cocina" y aderezar ésta con tiento ante los impulsos territoriales que padecía la sociedad de entonces, incluso, en el seno de los propios partidos.
Sea como fuere, lo cierto es que la candidatura de Gasteiz, avalada por el entonces diputado general Emilio Guevara, tuvo que superar recelos y otras querencias que apostaban principalmente por asentar la capitalidad vasca en Bilbao -sede del poder económico-, o en ciudades como Donostia o, incluso, Gernika -enclave histórico de trascendental importancia-, que también deseaban la designación para sí mientras no se constituyera una CAV con Nafarroa y, por ende, con su capital Iruñea, la deseada por gran parte del nacionalismo vasco. En aquella pugna de intereses, fue un cúmulo de circunstancias el que propicio la designación de Gasteiz.
La elección
En 1980, la democracia daba sus primeros pasos tras décadas de dictadura. Los partidos y la política se desperezaban tras años anestesiados por el rigor franquista. Y lo hacían con vigor pese al ruido de sables que se escuchaba de fondo. Bajo aquellos parámetros, Álava podía ofrecer a la CAV su Concierto Económico -único que sobrevivió durante el mandato de Franco-, su Administración foral -no abolida- o su Cuerpo de Policía propio, los Miñones.
Aparte, la ciudad disponía de una serie de edificios capaces de acoger al entramado institucional vasco casi de forma inmediata -el geriátrico es hoy la sede del Gobierno vasco, el antiguo instituto Ramírez de Maeztu es el Parlamento, un centro de discapacitados es el cuartel general de la Ertzaintza en Arkaute y el museo de Ajuria Enea acoge al lehendakari-. Aparte de todo ello, Gasteiz ofrecía unas rápidas comunicaciones con el resto de Euskadi, con el aeropuerto de Foronda y la autovía de Altube recién inaugurados, y con una red de carreteras mejor que la media existente. Todo aquello convenció al entonces lehendakari Carlos Garaikoetxea de que la opción de Gasteiz era la mejor.