En todo caso hay un término medio.
Pongo un ejemplo. Toda casa que se haga nueva (reconstrucción total) o simplemente se arregle la fachada en el casco viejo de Albarracín debe seguir unas pautas. Debe ser terminada de cemento sin más (el cemento de la zona es ferruginoso y a los 2-4 años se vuelve rojizo dándole ese color tan característico) o debe ser de piedra. Tan solo hay dos casas que se escapan por motivos históricos y así están señaladas. Están pintadas y si las restauran, deben pintarlas del mismo color.
Nos vamos al Principado de Andorra. Absolutamente todos los edificios, de una forma u otra, mantienen la arquitectura tradicional pirenaica. Da igual si es un edificio de apartamentos, un hotel o tiendas. Mantienen el espíritu original de la casa pirenaica. Hay solo dos excepciones cuya mezcla llama mucho la atención (y para gustos los colores). El santuario nuevo de Meritxell y el balneario de Caldea.
Sin necesidad de ordenación urbanística, y fuera del casco viejo, por supuesto, los chalets y casas que se hacen en Sabiñánigo y en todo el Serrablo en general tienen las viejas chamineras. Alguno será puntilloso y dirá que si le pega o no le pega a una casa. Vale... pero no hay nada que las regule. Han sido los propios propietarios quienes la han contemplado. No lo han concebido sin ella.
En la isla de Lanzarote tuvieron un magnífico arquitecto que planificó el urbanismo de la isla. Dicho arquitecto falleció pero si su apellido es casi lo primero que ves al llegar, date por seguro que estará omnipresente. Una vista aérea de la isla hace ver que hay bastante uniformidad entre pueblos y que se considera la isla mejor planificada a esos efectos (ahora te cambias a Fuerteventura y te tiras de los pelos)
En definitiva. Puedes aplicar una restauración de casco viejo tan estricta como en Albarracín, puedes innovar como en Andorra con casos específicos pero manteniendo la estética en general, puedes ver hasta donde los constructores intentan seguir una línea como en Sabiñánigo o todo junto.
Pero recordemos que pedirles a los constructores que las fachadas sean de tal tipo o de tal otro y cosas así tampoco encarece mucho el precio de la vivienda. Más aún en un sitio donde no es nada barato.
Volviendo a la Imprenta Blasco... lo que hay a su alrededor, difícil solución, pero el propio edificio, todo lo que sea avanzar bienvenido sea. Si de sedes administrativas, servicios, museos y lo que sea estamos servidos, que se preste para viviendas dejando un hueco para recordar lo que hubo en su momento y bienvenido sea su futuro
No hay que mezclar restauración y rehabilitación de un edificio (por ejemplo la imprenta Blasco) con construcción de nueva planta en cascos históricos o de interés, que era más bien lo que se daba enfrente y en las inmediaciones de la propia Imprenta Blasco, zona cuyo trazado histórico quedó arrasado por el Plan Especial.
En el primer caso , rehabilitar una casa debe hacerse siendo consciente de las condiciones y tradiciones constructivas del lugar, y dejando constancia de que la in tervención es de tu tiempo; si el edificio es bien cultural, existen diversos grados, pero podemos convenir que hay que conservar todo lo original, reconstruir formalmente sólo aquello que esté documentado y procurar una intervención que discrimine fielmente lo que és original de lo que no. Y siempre aplicar la máxima de que "ante el monumento, él es el maestro".
Para la obra nueva en cascos históricos remito a mi post anterior: buscar el hilo conductor de la circusntancia histórica, cultural y social de la zona en que se interviene y tratar de continuarlo; o dicho de otra manera dialogar con el ángel de la historia para comprender, aprender y poder expresarte con respeto en la nueva intervención.
En el caso de Albarracín no existe apenas obra nueva en su centro, ha sido muy fácil reconstruir caserío original, existía documentación, se recuperaron materiales y procesos como el del yeso y se optó por una legislación urbanística estricta. El riesgo, existente, es convertir el pueblo en un decorado, en una ciudad de Potemkim dedicada al turismo, donde sus moradores, muchos de ellos ocasionales, son siempre actores de la misma función, la cual interpretan con fruición; si alguien disiente es, casi siempre, un nativo de Albarracín consciente de que, en realidad, habita una ciudad muerta.
Claro que está bien cuidar de la estética general de pueblos y ciudades, algunos tan especiales como sin duda Albarracín, evitando el catálogo de materiales y en especial los que no tienen arraigo (no dialogan ni con el ángel de la historia, ni con el genius loci ni con el sursum corda) pero hay que huir de la tramoya urbana. Pero todo hay que hacerlo siendo conscientes de la época en que vives: estudiar el pasado para reinterpretarlo adecuándolo a las necesidades y condicionantes de nuestro tiempo, siendo consciente de los deseos de las personas que utilizarán la Arquitectura que se construya y teniendo muy claros los usos sociales que se precisan. Por estar en el Alto Aragón no hay que colocar espantabrujas porque sí, ni hacer chamineras como hace 300 años: hay que saber qué se pone, porqué se ponía, para quién se pone, que logro con ponerlo ahora y como lo pongo dejando constancia deser un hombre del siglo XXI consciente de donde viene y que quiere ir a un mundo mejor y más formado. Tarea difícil ¿verdad?
Y te sorprendería lo duro que es tratar con promotores sobre el material de las fachadas (¿por qué, si no, hay tanto revestimiento monocapa horroroso en el casco histórico de Zaragoza; o tanto ladrillo caravista tan mal aparejado en las calles de tantas ciudades y pueblos de un Aragón que hace del Mudéjar una de sus banderas?). Y sí, si que encarece: la cara que ponían los promotores en el Pirineo cuando les dices que toda fachada de piedra, dinteles de madera y carpintería de madera al exterior...
Desgraciadamente ahora se construye muy poco, no hay apenas promotores pequeños (ni buenos ni malos; ni sensibles con el patrimonio ni insensibles) ni tampoco constructores de la vieja escuela que sabían de técnicas antiguas, tradicionales y autóctonas quer transmitían a sus aprendices y que servían de enseñanza a los Arquitectos: la crisis se los llevó a todos.
La buena ARQUITECTURA es difícil de pergeñar, no es fácil de aprehender, los arquitectos o no tienen trabajo o habitan en torres de marfil de las que ráramente salen.Y tiene nuevos retos: eficiencia energética, sostenibilidad... Pero cuando visitas un edificio simplemente de correcta concepción, tu espíritu lo siente, tu ánimo se relaja y sabes que, en ese espacio, te encuentras bien. Si además se ha hecho siendo conscientes delo río histórico que nos lleva, serás feliz.
Perdón por el rollo. Un saludo